La casa de las bellas durmientes, Yasunari Kawabata


    "No tenía que hacer nada de mal gusto, le advirtió la mujer de la posada al anciano Eguchi. No debía poner el dedo en la boca de la muchacha dormida ni intentar nada parecido."
   
    Así empieza la primera de las cinco noches que Eguchi pasa en la casa, que no tiene letreros, aconsejado por otro viejo que se llama Kiga. Ahí, los ancianos van a dormir con mujeres jóvenes (muy jóvenes) narcotizadas. A dormir. Literalmente.
     Los frutos del aoki hacen que Kiga, de golpe, se acuerde de esta casa. Ese árbol florece en otoño. Las frutas aparecen en primavera.

     "- ¿Y tuvo usted sueños agradables?
       - Me ha traído ueños muy agradables. 
       - El viento y las olas se han calmado.- La mujer cambió de tema-. Parece que se acerca el verano."

     Este es el segundo libro que leo de Kawabata. El primero lo busqué por la tapa, este por el título y ya conociendo al autor. La traducción debe ser muy buena (aunque hay algunas cosas raras con los cuerpos de las que duermen) porque la prosa es hermosa.
     Se mezclan, en el relato, el cuento de la Bella durmiente y toda la necrofilia que puede llegar a desparramar. Las "durmientes" no hablan, se mueven a ciegas por la cama donde duerme, como tantos otros tipos mayores, el protagonista y, con ese silencio, sólo hacen de espejo, de reflejo mudo de Eguchi. Cada mujer le trae recuerdos de sus amantes, de sus tres hijas, de su esposa,mientras, de fondo, el mar les pone sonido de fondo a los recuerdos.
     Falacia patética: las olas que rompen con fuerza o sólo murmullan mientras acompañan las noches, las flores que florecen y pierden pétalos en la historia de su hija menor. Una historia sobre la muerte que empieza en otoño.

"Esa era una muchacha que, tanto dormida como despierta, incitaba al hombre con tanta fuerza que si ahora Eguchi violaba la regla de la casa sólo ella tendría la culpa del delito". 

    Ni una menos, Eguchi.

    Las habitaciones y la casa: la atmósfera, también en esta historia, es onírica. La mujer que lo atiende, que lo lleva hasta su habitación y le hace el té (un té siempre muy bueno) parece ser la portera entre dos mundos. La habitación donde duermen las mujeres y las cortinas de terciopelo carmesí reflejan y exacerban la piel, los rastros, los olores, esa cosa fantasmal de las mujeres. La frazada eléctrica remite al siglo XX.

"Podía haber algo más desagradable que un viejo acostado durante toda la noche junto a una muchacha arcotizada, inconsciente?" 

    El contraste: los viejos, al borde o cercanos a la muerte. Las "durmientes" que parecen estar en una muerte suspendida. Todas ellas son vírgenes. Lo sexual está más cerca del fetiche, con las mujeres como objetos de contemplación, como "muñecas vivientes" que están dormidas y peinadas para que los viejos jueguen con ellas. Y están dormidas para que los viejos no pasen vergüenza.

"- Este lugar es tan cálido que las hojas de los arces se marchitan sin llegar a ser rojas." 
 
   La muerte es un tema que circula por todo el libro. Los viejos están cerca y las mujeres son una especie de sacrificio, de alguna forma, ellos absorven la juventud de las narcotizadas. Aunque son jóvenes, las "durmientes" tampoco son inmortales.
   Y otras flores: las camelias, las glicinas (flores venenosas), los rododendros... toda clase de flores, muchas flores otoñales, andan brotando por la historia.


"¿Cómo sería un sueño parecido al de la muerte? Le atraía mucho la idea de dormir un sueño semejante a la muerte junto a una muchacha drogada hasta parecer muerta."

    Desde el principio, la atmósfera es extraña. La casa pareciera estar en un lugar fronterizo entre la vida y la muerte. Las fantasías (la violación, el asesinato, la laceración, el suicidio) se van acrecentando a lo largo del relato. Y las cortesanas que duermen como un buda.
    La historia termina en invierno.

"-Morir en una noche como la de hoy con la piel de una muchacha para darle calor, debe ser el paraíso para un anciano.
- Dice usted cosas muy desagradables. 
- Un viejo vive en vecindad con la muerte."




 



   
 

Comentarios

  1. Kawabata es todo menos convencional. Al menos para nosotros, que venimos de culturas tan diferentes a la de él.

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