Ellen Dean, de Wutherinng Heights

Emily Brönte
(1818- 1848)

Charlote: You can only write poetry, you bimbo
Anna: Emily's a bimbo, nay a bedswerver!
Emily: I'm not, you plague-sore!
Charlotte: Why don't you please write a novel and show us?
Emily: I don't want to break your hearts.
Anna: Come on, you coward, show us what you got.

(...)

Emily: :D
Charlote: Gobermouch

      E. B. publicó la novela usando Ellis Bell como pseudónimo. El narrador principal de la caja china de narradores es un hombre, Mr Lockwood. La nararradora principal  es una mujer, Ellen Dean.
 En un contexto que reducía a la mujer a los estereotipos de la novela (ama de llaves; niñera; institutriz; madre; propiedad masculina para, por medio del matrimonio, conseguir tierras o poder; esposa o adorno), las capacidades narrativas de Miss Dean son elogiadas por Mr Lockwood. Él la presenta como una testigo que tiene un estilo narrativo personal, estilo que asegura no querer arruinar. Caudno le reconoce al lector que él sólo transcribe palabra por palabra lo que ella contó, se define como el medio- la palabra escrita, el libro impreso, la seriedad del libro, elemento de autoría masculina-, la recolección "seria" e impresa de la oralidad de ella. Así, se corre de su lugar para darle crédito a Dean y, como consecuencia, a Emily Brönte, la escritora detras de Ellis Bell.
   Si nos metemos en cuestiones de género, a Ellen la podemos comparar con las vecinas chismosas de la verdulería. No sólo le cuenta toda la historia de los habitantes de Wuthering Heights al primero que se le cruza, incluyendo las miserias de cada uno de los integrantes de las dos familias, que forman parte de la historia sino que también tuvo un papel importante en la toma de decisiones de sus personajes. Es una especie de titiritera,sin dudas, la autora directa de varios pasajes. La que se apropia de la interpretación, del filtro por el que pasan los otros. La que reinventa los personajes en la apropiación que hace de sus vidas y deja ver sus propias contradicciones e hipocresía.
   Sí, Nelly se mete en los asuntos de todos: opina sobre qué tiene y qué no tiene que hacer cada uno; es la voz moral de la historia, la voz de la época victoriana. Atormenta a Cathy hija culpándola de antemano de la muerte del padre si no se comporta como corresponde; le hace ver a Catherine que no ama a su futuro marido, sino a Heathcliff, el bastardo, el que está fuera de la norma; después, le recrimina  los deseos de verlo ya casada. Ellen echa culpas para todos lados, hace juicios de valor injustos que saben más de diferencias de clases sociales que de valores humanos.
   Pero también es la escritora, la narradora comprometida (o la  metida) que hace posible Wuthering Heights. Es la que conoce bien a fondo a los personajes y le da una voz inconfundible a cada uno. La que los juzga no sin haber hecho, previamente, un descargo que los convierte en personas con las que uno puede empatizar. Heathcliff y Catherine, más allá de la monstruosidad de la que se los acusa en casi todas las reseñas y análisis, tienen una historia y la que la rescata es Ellen Dean. Y lo hace por medio de un discurso detallista que resignifica qué es ser una mujer quisquillosa, metida y charlatana que se va por las ramas para contar algo. Un discurso que trata de entender al otro.

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