El año del desierto, Pedro Mairal
El año del desierto es uno de los libros más argentinos que leí en mucho tiempo. Es un libro sobre la crisis siempre a la vuelta de la esquina, sobre el "En cualquier se va todo a la mierda", un escenario de pesadillas donde todo se viene literamente abajo, la profecía que se concreta. Se publicó en el año 2005 (no sé cuándo lo habrá escrito Mairal), a un par de años del 2001, y empieza de un modo similar...
La protagonista es María, descendiente de irlandeses y traductora, que va a pasar de hacer un trabajo de oficina propio de una sociedad "civilizada" a una vida nómade. Va a ser la cautiva de la vuelta a "lo salvaje" y la que guarde el conocimimento cuando se recontruya la sociedad.
Hay otra protagonista, La intemperie, un fenómeno que jamás se explica (y ahí radica su magia, el juego con la persona que lee la obra), pero que se empieza a tragar la ciudad desde la Provincia de Buenos Aires. Todas las construcciones empiezan a desaparecer (excepto las casas más antiguas) y las hordas de sintecho empiezan a invadir la Capital (durante el poco tiempo que le queda) desde la General Paz.
La trama es sobre la historia de la Argentina, de hecho, es un racconto hacia atrás de la sociedad y la literatura del país, que retrocede con un ritmo increíble, que desarrolla el camino del antihéroe, que es un excelente relato épico y que no aburre. Es, entonces, una vuelta al "desierto", la zona más fértil de lo que es Argentina.
De la Civilización vs la Barbarie
"De pronto, entre la niebla, apareció un edificio como una escenografía art decó gigante, demaasiado grande. Lo vimos cuando ya lo teníamos encima, era siniestro, levantado en medio de la nada. Enorme. Parecía hecho sólo para desafiar y vencer el avance de la intemperie. En la fachada tenía unaas letras mayúsculas y cuadradas que decían 'Matadero' y torres en punta que se perdían en la niebla. ¿Qué hacía eso ahí? Etaba construido en cemento, en una escala monstruosa y autoritaria, comom un templo para celebrar las matanzasde un poder oscuro. ¿Nos iban a matar ahí?
Por suerte, seguimos de largo."
El matadero podría ser cualquiera de los de Salamone. Probablemente sea el de guaminí.
El espacio
Así como La conquista del desierto se planteó como un proceso impersonal, como la ocupación de un lugar vacío (como sinónimo de "incivilizado" como sinónimo, a su vez, de "sin civilización europea/europeizada"), la Reconquista por parte del desierto se da de forma natural e irreversible. Donde había edificios sólo queda pastizal, la comida se pudre más rápido, de a poco desaparecen los servicios y, como contraparte, resurgen las sociedades tribales. En la ciudad quedan los que perdieron su humanidad (los cafishos, los chupasangres, los que viven a costas del otro, los que se aprovechan de la desaparición del estado) y afuera quedan los que habían conservado las costumbres en medio de la barbarie anterior a la intermperie.
Durante toda la novela el espacio se transforma y los objetos se resignifican con él. Como en toda narración posapocalíptica, sobrevive el más fuerte, el mejor preparado, el que se puede adaptar.
En un primer momento, las manzanas se empiezan a organizar para bloquear el acceso de lo externo (los de la provincia, los saqueadores de la misma ciudad, lo que sea que venga de afuera) y quedan totalmente aisladas, con una sensación de reconstrucción que se ve bastante artificial desde afuera, teniendo en cuenta que hay un fenómeno que avanza, que se devora todo.
María tiene que salir a ver las cosas como son para enterarse de que, efectivamente, la Intemperie es inminente. De que Buenos Aires va a ir haciendo el proceso inverso: avanza el río sobre ella; se reconstruye la recova, se reordena a partir de los rebrotes de la fiebre amarilla. Se convierte en una ciudad portuaria, fuente de prostitutas para los marineros extranjeros (que se van yendo en el orden en el que llegaron), vuelven los rebencazos y las peleas al estilo de José Hernández y, finalmente, lo único que queda en pie es una torre del bajo, la Torre Garay, habitada por un grupo de excivilizados y jefes de oficina salvajes.
Esta transformación del espacio circula por la literatura. Una de las tantas de las referencias es a Casa Tomada, ya que a María le alquilan media casa Irene, la que teje todo el día, y su hermano, que sigue con el ritual de la pava después de que les tomaron la casa que tenían en la calle Rodríguez Peña. Todos los autores ingleses que se van van nombrado son los de la biblioteca de Borges, a quien nunca se menciona... ¿A propósito, como el laberinto?
La zona más paqueta de Buenos Aires se convierte en un laberinto de túnees y puentes.
El pasado que vuelve
"Ahora entendía lo que el cura había dicho en uno de sus sermones:
- Lo que se llamó tecnología y progreso no fue más que la mano siniestra del capitalismo salvaje. Hay que volver a la tierra y a las manos. Las máquinas le quitan el trabajo a los hombres, la ciencia nos quita el pan de las manos, la ciencia todo lo pudre."
Un tranvía cae al Riachuelo. Se mueren 56 personas, entre ellas, una costurera de la fábrica de medias de Barracas. "Sólo se había salvado un canillita que había saltado a tiempo".
Ametrallan a los manifestantes. Ametrallan a los que están en el entierro de los manifestantes. Un rusito adolescente mata al jefe de la policía en un atentado.
La cautiva y el vestido azul
María, al principio de de la historia, da para pensar en una novela con personajes estereotipados según el género. Ella es la novia de un rebelde que está luchando contra la intemperie y que, cuando se encierra en su departamento en medio del avance de la Provincia, sólo puede pensar en si va a seguir trabajando en las oficinas de Suárez y Baitos, en la torre Garay. O si va a llegar a pagar en cuotas un vestido azul con una mariposa verde que veía cada día en la vidriera de uno de los negocios de Florida. Sólo sale cuando se decide a ir a buscar al novio para que la proteja.
Sin embargo, de a poco va desarmándose para volverse a armar y poder sobrevivir.
Y sabemos que la que, en el futuro de ese futuro de ese futuro distópico, va a ser la que guarde y transmita lo que se perdió por el camino, va a ser ella. El primer capítulo es ella, años más tarde, alfabetizando chicos. Más adelante es la que guarda algunos conocimientos de medicina, de cuando (también por las circunstancias) tuvo que estar ayudando en un hospital.
El personaje femenino, así, es medio estúpido en tanto asume el rol esperable, pero puede reconstruirse tanto como lo necesite.
Como cautiva, reconoce a un otro y se mezcla con él, aprende la lengua (el castellano, como la comida, se tranforme muy rápido y ya casi no existe), las costumbres de una de las tribus que reaparecieron con La intemperie, sociedades (románticas) más justas, que al haber perdido el estado de civilización (de la imperante, en realidad, nunca fueron parte) mantienen ciertos valores que hacen a la convivencia pacífica y la cooperación. La romantización de esas sociedades no cae en lo cursi: el sistema de salud se desmoronó y hay pestes. No hay antibióticos. No hay cirujanos.
También como cautiva, vuelve a una sociedad que ya no es la suya, llena de personas completamente deleznables, algo así como los primeros colonizadores, los delincuentes que habían llegado para escaparse de la cárcel. Sólo que uno es su ex jefe.
El espacio y María se transforman. La identidad de ambos, como la "nuestra", es efímera.
Y es posible que se siga transformando.
"Me miré el vestido azul que me habían puesto. Vi que tenía algo de verde, cosido al bretel, como una mosca. La toqué: era de género y estaba fruncida. La abrí con la punta de los dedos. Era una mariposa, como la que tenía el vestido que yo me había querido comprar. ¿Sería el mismo? Estaba casi irreconocible, mugriento, hecho harapos".
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