La introducción, Fogwill
Si no lo dijera en la solapa, no sería difícil (o improbable) pensar que La introducción es la novela que escribió Fogwill cuando se esstaba muriendo.
En la obra, se lee el proceso, el recorrido mental de un personaje principal con claras refencias al autor (vive en Palermo, trabaja "con computadoras", nada...) desde que sale hacia las Termas, a la tarde, hasta el amanecer del día siguiente.
Las contradicciones entre las acciones que los demás perciben mientras, en el relato, prima un proceso contemplativo y analítico del espacio en el que se mueve el personaje sin nombre (¿"el uruguayo"?). La necesidad de observar y de tratar de atrapar el paso del tiempo en algunas imágenes, de reconocerlo. La búsqueda de una soledad que ronda la misantropía. Los videoclubes, los piquetes, los taxistas, los autos caros, las teñidas. Cada objeto, persona, sombra, textura, olor, fantasía, todo se disecciona, se mide, se investiga. Todo es disparador de reflexiones sobre la sociedad, la familia, el amor, el estado, el estado de reviente, el cuerpo. EL cuerpo, en cierta forma, es el centro: el cuerpo en el gimnasio, en la pileta, los cambios, el cansancio. Quizás porque si se siente el cuerpo es porque hay vida.
Hay una búsqueda constante experimentar sensaciones. Y, pareciera, una necesidad de encontrar respuestas, de explicar la realidad e, incluso, de definirla. Incluso el sueño nocturno es parte de la vida del autor. El relato se interrumpe, no existe durante las horas en las que trabaja.
En la obra, se lee el proceso, el recorrido mental de un personaje principal con claras refencias al autor (vive en Palermo, trabaja "con computadoras", nada...) desde que sale hacia las Termas, a la tarde, hasta el amanecer del día siguiente.
Las contradicciones entre las acciones que los demás perciben mientras, en el relato, prima un proceso contemplativo y analítico del espacio en el que se mueve el personaje sin nombre (¿"el uruguayo"?). La necesidad de observar y de tratar de atrapar el paso del tiempo en algunas imágenes, de reconocerlo. La búsqueda de una soledad que ronda la misantropía. Los videoclubes, los piquetes, los taxistas, los autos caros, las teñidas. Cada objeto, persona, sombra, textura, olor, fantasía, todo se disecciona, se mide, se investiga. Todo es disparador de reflexiones sobre la sociedad, la familia, el amor, el estado, el estado de reviente, el cuerpo. EL cuerpo, en cierta forma, es el centro: el cuerpo en el gimnasio, en la pileta, los cambios, el cansancio. Quizás porque si se siente el cuerpo es porque hay vida.
Hay una búsqueda constante experimentar sensaciones. Y, pareciera, una necesidad de encontrar respuestas, de explicar la realidad e, incluso, de definirla. Incluso el sueño nocturno es parte de la vida del autor. El relato se interrumpe, no existe durante las horas en las que trabaja.
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